Norma Valle

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Males del primer mundo

15 Feb 2018

Primero fue la incredulidad, luego la actividad frenética; entonces, el susto y después nuevamente la incredulidad. Es decir, que un huracán de velocidad asesina rozó nuestro lugar común, nuestro propio espacio y lo invadió, tornando al revés nuestra vida cotidiana. Es Siglo XXI, hacía casi 20 años que no vivíamos un fenómeno natural en esta Isla, que mucha gente considera “bendecida”. La juventud lo desconocía y la gente adulta ya había olvidado los estragos de Hugo (1989), Hortensia (1996) y Georges (1998).

Volvamos al principio. Primero, la incredulidad: “que no, que no viene ningún huracán, ya verás que se desintegra, la gente es exagerada…” Luego, la actividad frenética: comprar, comprar, velas, abanicos, radios y estufas de baterías, más baterías, agua, comida enlatada, hielo. Llega el susto, el miedo, el pánico, el ruido ensordecedor del viento, todo se mueve, las ventanas golpean, los rayos, los truenos, las centellas, el aguacero torrencial, el día se oscurece, y ¿cuándo va a terminar este ‘fucking huracán’?”

Nuevamente la incredulidad. ¿Qué no hay agua potable saliendo de las tuberías? ¿Que qué? ¿Qué no hay electricidad? ¿Qué no podemos ver televisión, ni usar la computadora? Ahhh, no, no, y no, esto es el colmo, ¿qué se dañaron las torres de los celulares? No puede ser, ¿qué pasa con la Autoridad de Energía Eléctrica, con la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados, con el gobierno? ¿Y los federales? Pero, ¿qué le pasa a estos negocios que no tienen plantas de gasolina y diesel?

Ay, bendito, cuatro, cinco, diez días, sin luz ni agua. Ahora esto se extiende, uno, dos, tres, cuatro meses sin televisión ni internet; pero, ¿y no éramos parte del primer mundo? O sea, ¿que somos segundo, tercer mundo? Y esos blanquitos de mierda de las urbanizaciones ricas, de los sectores de condominios caros, esa gente no siente nada… todos tienen plantas de gasolina o diesel. O sea, que es verdad que existe la famosa diferencia de clases. O sea, que es cierto que las sociedades han dañado el ambiente y que el cambio climático ¡existe y está sucediendo AHORA!

No hay que desesperar, Trump viene, viene, llegó. Arrojó rollos de papel toalla a una comunidad de clase media de guaynabitos. No declaró a todo Puerto Rico como zona de desastre, ofreció algunos chavitos al gobierno y a los contratistas, ropa y cupones a la gente pobre, más bonos chatarra y fondos buitre…

Esta es la promesa.

Written by  Norma Valle Ferrer

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